Centro Eclesial de Documentación

La misa chapaca: misterio cristiano, palabra y cantos


La eucaristía nos recuerda la muerte de Jesús de Nazaret fue para que Él se alejara de nosotros. Así es que la «memoria», que hacemos de Él no es precisamente de Calvario o de Sepulcro Vacío sino de convite: la fracción del pan. La iglesia primitiva nos ha transmitido tal práctica, globalizándola con otras acciones: «eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la unión fraterna, en partir el pan y en las oraciones» (He 2,42).


Andando, después de Jerusalén a otros puntos del mundo, la significación eucarística (que es de agradecimiento) se transmutó en «Misa», acentuando el concepto de testigo, que anuncia la Fe. Los «encuentros», que se dieron en los diferentes contextos socio-culturales, han desarrollado ambientes de oración, expresados en artes plásticas, música y costumbres. Frente a la diversidad, la jerarquía de la Iglesia ha cerrado la discontinuidad, causada por la falta de comunicación directa entre pueblos y sobre todo porque estaba preocupada por la unidad de la Fe. Llegamos por ese proceso a la codificación del conjunto sacral del templo y de las acciones litúrgicas.


Será el fenómeno actual de planetarización que permitirá la existencia de identidades más propias a cada entidad eclesial. La «Misa Chapaca» es una realidad gozosa de tales resultados: un pueblo que dice cantando lo que ha experimentado siempre en su interioridad. La música del Prof. Fernando Arduz Ruiz, si bien novedosa, no será sorpresa para los tarijeños. La definimos «chapaca» por los dos aspectos que le son inherentes: Lo popular y lo campesino. Ellos, alejados de los poderes centrales, han podido emprender otros caminos de «sacralidad», donde el canto es el elemento principal. Su sensibilidad artística encierra muchas preguntas y, al mismo tiempo, respuestas. ¿Cómo entender nuestro destino sin entender el camino de las estrellas? ¿Cómo trabajar la tierra sin tener mística de eficacidad de nuestros gestos?¿Cómo no sentir la paternidad de Dios en el crecer de las plantas, animales y personas? ¿Cómo no redimir en la Fe los dolores y dificultades, que llevamos día tras día?


El milagro de Dios, provocado en Jesús, que pasó de la muerte a la vida, es milagro también en nosotros que, librados a la aventura humana, realizamos el «éxodo» de pasar de lo distante a la cercanía de la amistad de Él mismo. En esta secuencia de pensamientos, el pueblo «chapaco» ha substancializado las alegrías en sus cantos, que miden la vida de un año: preparación de la tierra, siembra y cosecha. La vida agrícola es complementada, a su vez, con la vida espiritual: el Carnaval, la Cruz, la Pascua y la Navidad.


Las significaciones de Eucaristía y de Misa se unen ahora en el esfuerzo de la Nueva Evangelización como reconstrucción de la «casa del alma». La «Misa Chapaca» nos lleva hacia este puerto, guiados por palabras, acciones e intenciones que especifican y globalizan aún en actitudes místicas, en pedagogía (ser llevados de la mano), en teología y vida sacramental, el misterio de la Fe. El Centro Eclesial de Documentación (Convento San Francisco, Tarija) ha querido ofrecer un «habla» a todos estos sentires, donde música y palabra dan una melodía de fiesta la coreografía litúrgica (retranscripción de la vida de Jesús), que se hace biografía personal de cada uno y colectiva de Iglesia. ¿Podrá nuestra «habla» volver a ser lenguaje de la Iglesia que está en Tarija? Para tal objetivo cada cual debe revitalizar los dones que ha recibido. Jesús de Nazaret hizo lo suyo; nosotros lo nuestro.


Definir a la Eucaristía como «misterio» no indica acercarse a lo que no se pueda conocer. Las raíces verbales del término señalan más bien lo inexpresable, como incapacidad conceptual de abarcar con el lenguaje acontecimientos antiguos y nuevos. La compresión existencial moderna lo acerca también a lo «recóndito» de nuestra vida, manifestando intenciones de retranscribir la totalidad y sus partes: de allí la multifacética manera de entenderlo y las diferencias en las expresiones personales que quieren decir su propio sentir.


Nuestra postura es la de configurarlo como acción. En tal sentido, le corresponde el atributo de mistagógico: un andar para encontrar lo que está prefigurado en el misterio. Por tanto, sus elementos discriminantes son: conciencia de ser, aproximarse, mantener referencia a la persona de Cristo, tener ojos educados en la Fe bíblica y vivir una dimensión eclesial. Estos aspectos traducidos en actitudes y hechos de religión y de Fe, resaltan realidades humanísticas, espirituales, ascéticas y teológicas. Los himnos siguen tal itinerario, seleccionando etapas pedagógicas entre nuestro andar hacia el rito y el manifestarse de sus contenidos. Siete espacios nos parecen fundamentales, donde los tres primeros son preparación y cuatro realización del rito mismo. La «Entrada» es la entonación de los sentimientos que dicen seguridad de recibir por estar abierta a la invocación. E invocar significa ante todo capacidad de agradecimiento: búsqueda de humanización y de puntualización de un destino. El «perdón» nace sólo en situaciones de encuentro con Dios. Su atributo esencial es la «misericordia» frente a nuestra situación de pecado, respecto a un «deber ser» en lo que hemos recibido, en las obligaciones de nuestra paternidad hacia lo creado y hacia otras relaciones de hermandad. Se marca un sentido penitencial en cuanto a deseo de purificación. El tercer momento es lectura de la Palabra. Ella es juicio sobre nuestro actuar y acontecimiento de corresponsabilidad humano-divina en la incertidumbre de lo cotidiano. La parte sacrifical corresponde a la «ofrenda», a la «memoria convival» de la Última Cena del Señor, a la «comunión con Dios Padre y con los hombres»; la «despedida» es la vuelta a las fatigas de siempre. Aquí no valen comentarios. Cada cual lleva la experiencia de la Fe sobre sus hombros y cualquier palabra es prestada. Los textos ofrecidos, sin embargo, insisten en la necesaria «regeneración», provocada por Jesús que ahora es el Cristo: El que siempre presente entre nosotros ha sido asumido a la Gloria del Padre. La «despedida» visibiliza la unicidad de Dios y la multiplicidad de sus manifestaciones (sus mil nombres), que comunican belleza, ternura, mística, deseos de identidad.


La «música chapaca» («tonadas» clásicas de Tarija) no se sobrepone a los textos. En realidad, se ha dado un cruce de sentires, que el Prof. Fernando Arduz Ruiz ha sabido seleccionar y modular desde los contenidos inconscientes de las palabras mismas. Las melodías se mueven casi siempre en tonalidades mayores. El canto, a su vez, es secuencia en voz de barítono y de coro, donde sobresalen los diálogos, las notas al unísono y las andaduras en canon, hechas de preguntas y respuestas. La maestría ha sido la de hacer revivir interioridades sacrales, donde lo tradicional está puesto al día en la proclamación de nuevas dimensiones de vida.


El acompañamiento de la guitarra no es sólo refuerzo de las voces sino sonoridad y ritmo del canto. ¿Podrá una nota hacer añorar la sinfonía que debemos completar? Tal es la magia que en cada frase y discurso musical se anota en esta «Misa Chapaca».



Su presentación al público se realizó el 22 de marzo a horas 19.00, en el salón de San Francisco, Tarija, bajo la dirección de su autor.


Tarija, 6 de marzo de 1996.

Lorenzo Calzavarini